Es bien conocido que los problemas de pareja o la ruptura tienen un impacto destructivo sobre la salud física y psicológica. En función de la situación, puede ser conveniente acudir a las sesiones conjuntamente con la pareja o individualmente. Un psicólogo no debe empujar a terminar o a seguir una relación, sino que su tarea radica en ayudar a la persona acompañándola en la dirección que esta desee.
El motivo por el cual las parejas suelen fracasar no está tan relacionado con la cantidad de disputas, conflictos o discrepancias, sino en el modo en cómo estos son resueltos. Es decir, la capacidad de resiliencia (o restablecimiento tras el conflicto) de la pareja es un indicador de la buena salud y de la perpetuidad de la relación. Por ello, es preciso aprender a reconocer con prontitud las situaciones de alto riesgo y evitar las interacciones conflictivas. En el caso que la interacción conflictiva esté en marcha, aprender a terminar un patrón de comunicación destructivo y salir de la interacción problemática. También será eficaz la minimización del impacto de los conflictos que ya han ocurrido.
Sólo por medio de una comunicación clara y precisa los miembros de la pareja pueden realizar con eficacia la solución de sus problemas y proporcionarse mutuamente apoyo e intimidad. Por ello, es importante que las parejas alcancen una buena capacidad de asertividad, escucha activa y de habla. Dado que será el factor previo y necesario para la solución de problemas o la reducción de las conductas desfavorables al bienestar de la pareja.
Pueden estar afectando a la relación de pareja la falta de habilidades de:
- comprensión
- validación
- expresión de las demandas, deseos y objeciones
- habla
- escucha
- empáticas
- resolución de disputas
- negociar acuerdos