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Qué es el Contractualismo 3.0 y por qué es necesario

A lo largo de la historia, el contrato social ha sido la base para regular la convivencia humana. Sin embargo, los sistemas tradicionales basados en la coerción —como las leyes, las multas y la imposición de normas— están quedando obsoletos en un mundo donde las tecnologías emergentes permiten opciones más humanas y efectivas.

El Contractualismo 3.0 propone una evolución: un sistema donde las personas, en lugar de ser castigadas o forzadas, se guíen por estímulos positivos. Este enfoque voluntario refuerza valores éticos y ofrece una sensación de libertad auténtica, fomentando una sociedad más justa y colaborativa.


Tecnología al servicio de la conducta ética

Hoy en día, ya usamos dispositivos que monitorizan nuestra actividad, como relojes inteligentes, anillos de salud o smartphones. Incluso tecnologías avanzadas como los micrófonos con inteligencia artificial y las gafas como Meta Quest pueden registrar conversaciones o lo que vemos. Imagina que estas herramientas, en lugar de limitarse a medir pasos o calorías, monitoreen nuestras interacciones sociales, evaluando parámetros como:

  • Empatía
  • Cooperación
  • Fiabilidad
  • Cumplimiento ético

Al igual que plataformas como Strava fomentan la actividad física en comunidades de fitness, podríamos tener apps diseñadas para medir nuestras contribuciones éticas y sociales. Este sistema no sería invasivo ni coercitivo; sería voluntario, y permitiría a los usuarios mejorar sus comportamientos mediante retroalimentación positiva.


Un modelo voluntario, no coercitivo

El Contractualismo 3.0 se aleja de la imposición autoritaria. En lugar de ser multados por infringir normas, las personas elegirían adherirse a comunidades que reflejen sus valores y objetivos. Por ejemplo:

  • Sostenibilidad: adherirse a contratos sociales que recompensen prácticas ecológicas.
  • Espiritualidad: formar parte de comunidades religiosas que fomenten virtudes como la compasión.
  • Ética profesional: mostrar confiabilidad en interacciones laborales.

Al permitir esta libertad, las personas no solo sentirían una mayor autonomía, sino que estarían más motivadas a cumplir con las normas de las comunidades que eligen.


El valor de la ética en la era de la IA

En un mundo donde la inteligencia artificial supera nuestras capacidades cognitivas en tareas complejas, es natural que redefinamos qué significa ser humano. Mientras que en el pasado se valoraba la memorización de datos, el futuro podría dar más peso a la conducta ética. Este enfoque permitiría que la IA y la humanidad trabajen juntas, priorizando lo que nos hace únicos: nuestra capacidad para elegir y actuar de manera moral.

Certificar nuestras competencias éticas sería equivalente al prestigio que antes daban los títulos universitarios. Una persona podría mostrar su puntuación en empatía o cooperación como prueba de ser alguien confiable y apto para trabajar o convivir en sociedad.


Inspiración de Walden Dos y su actualización con IA

B.F. Skinner ya imaginó una sociedad basada en el refuerzo positivo en Walden Dos. Actualizar esa visión con algoritmos éticos permitiría diseñar contingencias que incentiven lo mejor de nuestra naturaleza.

Imagina una app que registre tus acciones diarias, recompensándote por gestos como ayudar a otros, respetar normas o cuidar el medio ambiente. No sería un control al estilo de 1984, sino un reflejo de tus valores y objetivos, motivado por recompensas en lugar de castigos.


Ventajas del Contractualismo 3.0

  1. Fomenta la libertad: las personas eligen los contratos sociales a los que desean adherirse.
  2. Refuerzo positivo: motiva cambios conductuales mediante recompensas, no sanciones.
  3. Ética como prioridad: destaca la importancia de valores humanos en un mundo dominado por la IA.
  4. Adaptabilidad: permite a cada comunidad establecer sus propias normas y recompensas.
  5. Transparencia social: las personas pueden mostrar sus méritos éticos, facilitando relaciones de confianza.


El futuro del contrato social

La idea del Contractualismo 3.0 no es solo un marco teórico; es una oportunidad para reimaginar cómo convivimos. Con tecnología avanzada y un enfoque en la ética, podríamos abandonar sistemas coercitivos y construir un mundo basado en la colaboración voluntaria, donde cada individuo elija crecer y contribuir al bien común.

Como dijo Skinner: «La libertad es el control adecuado de las contingencias.» Con las herramientas adecuadas, podemos usar estas contingencias para fomentar un nuevo renacimiento ético, impulsado por la tecnología y guiado por la humanidad.


Ilustración futurista de una persona interactuando con un holograma de contrato social en un entorno tecnológico, rodeada de dispositivos inteligentes como relojes, gafas y gadgets AI, representando ética y colaboración en un mundo digital.