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¿Qué dice la ciencia de la relación entre el ejercicio físico y la depresión?

Casi todos hemos escuchado alguna vez que el deporte puede ayudarnos en estados depresivos alterando nuestro estado de ánimo. También puede que lo hayamos experimentado, pero ¿qué dicen los estudios científicos que versan sobre esto?

Hoy día hay multitud de estudios centrados en la relación entre el ejercicio físico y el estado de ánimo, los cuales sugieren que un cambio en la actividad puede tener influencia directa en el estado anímico, así como en la biología de la persona. Hay una extensa y creciente bibliografía sobre el uso del ejercicio físico para mejorar los síntomas de la depresión. Dunn, Trivedi, Kampert, Clark y Chambliss (2005) demostraron que los participantes que realizaron ejercicio según los parámetros estándar establecidos por el American College of Sports Medicine durante 3-5 días por semana, mostraron descensos significativamente mayores en los síntomas de la depresión que el grupo o los grupos de placebo que hicieron ejercicio en una «dosis inferior» -según la terminología de estos expertos-. Mather et al. (2002) demostraron una reducción moderada de los síntomas depresivos en adultos mayores a los que se les había diagnosticado un trastorno depresivo grave que participaron en una actividad de ejercicio físico en grupo, y demostraron una mejoría mayor que la de los individuos que participaron en una socialización solo grupal. Brown, Ford, Burton, Marshall y Dobson (2005) descubrieron la relación existente entre una actividad física creciente y la reducción de los síntomas depresivos en mujeres de mediana edad independientemente de la salud física o psicológica previa. Estos estudios aportan pruebas adicionales de que es posible cambiar el estado anímico si cambiamos lo que hacemos. Y es que las experiencias dan forma a la anatomía y a la función cerebral y ejercen una influencia decisiva en la conducta y en el pensamiento.  Las experiencias y las actividades vitales influyen en los síntomas fisiológicos, puesto que nuestra conducta es biológica y está influida por nuestra conducta.

Estamos en disposición de afirmar que la actividad física crónica mejora la salud cerebral. Se a probado en animales que que la actividad física aumenta los factores de crecimiento cerebral y puede tener influencias neurogenerativas y estimular el desarrollo y crecimiento de nuevas células, protegiendo contra daños neuronales isquémicos en la formación de hipocampo y daños neurotóxicoes en el neoestriado (Dishman et al., 2006).

Por lo tanto, puede ser conveniente comprometerse con el deporte ya sea que nos sintamos un poco deprimidos, que tengamos una depresión profunda o simplemente como medida preventiva, dado que la activación diaria y constante ha resultado ser un factor de protección para la salud mental y física. En concreto, las actividades de ocio son útiles para el bienestar de los adolescentes, los adultos y los ancianos, porque aumentan las habilidades frente a los elementos estresantes de la vida, entre los que se incluyen los problemas cotidianos ( Caldwell, 2005). Chung (2004) descubrió que los ancianos internados en hogares de la tercera edad en Hong Kong que podían implicarse en actividades de ocio y de la vida cotidiana tenían una sensación mayor de bienestar que los que no se habían implicado en este tipo de actividades.