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El diálogo estratégico se nos presenta como una técnica innovadora, consecuencia de la evolución natural de un modelo de psicoterapia breve estratégica, desarrollado originariamente en el Centro di Terapia Strategica. Como la psicoterapia breve, también se centra en conocer los problemas mediante su solución, lo cual representa una evolución epistémica.

Diálogo estratégico psicologo barcelona

Esta imagen es un ejemplo gráfico, mediante la representación de un tablero de ajedrez, en el cual cada casilla simboliza una posible alternativa de respuesta por parte de nuestro interlocutor.

Con esta técnica se pretende conseguir una respuesta concreta en tan solo 6 preguntas. Es decir, se trata de reducir las posibilidades de elección de sesenta y cuatro casillas a dos, siempre y cuando las preguntas sean acertadas, es decir, dividan a la mitad las posibilidades.

Esto se consigue gracias a la utilización de las preguntas en embudo que explicaré más adelante en este artículo.

Este ejemplo gráfico ilustra la simplicidad y eficacia que persigue y emplea esta técnica. La cual se forja con la superposición reiterada de una estructura constituida con tres elementos básicos, que son: La pregunta con ilusión de alternativas, la respuesta y la paráfrasis reestructurativa.

Resumen y exposición crítica del contenido del libro

Tras una pequeña digresión histórica, el libro da paso a un apartado denominado Conocer Cambiando. Lo inauguran exponiendo el primer postulado de la Pragmática del la comunicación: no se puede no comunicar (Watzlawick). De esta asunción nace el diálogo estratégico, consecuencia de la cual se derivan dos posibles opciones, comunicar de modo casual o tratar de hacerlo de manera estratégica. El enfoque estratégico deriva del grupo de Palo Alto, el cual se ocupa del modo en que el hombre percibe y gestiona la propia realidad a través de la comunicación inter e intrasujetos, con objetivo de actuar sobre ella, y en caso de ser necesario, transformarla de patrones disfuncionales a funcionales. Antitéticamente a otras escuelas, consideran que los problemas del hombre son el producto de la interacción entre este y su entorno, por ello, rechazan como vía sistemática de  hallar soluciones para la persona el indagar excesivamente en los orígenes las historias personales. Consideran que es la comunicación la mediadora, y por ello determinante, de la interacción persona entorno. Digamos que desde esta perspectiva se pueden simplificar todos los problemas en uno sólo: la percepción disfuncional. A priori, lo sintético del enfoque, nos puede llevar a la optimista opinión de que acorta la distancia entre puntos. Lo cual no me parece muy innovador, puesto que dudo que ninguna otra escuela psicológica haya tomado por sensata la posibilidad de cambiar del pasado algo más que la propia atribución que hacemos del mismo en el presente,o cambiar simplemente su función. Dado que nuestra condición nos impide vivir en el pasado, nos limitamos a traer al presente recuerdos del pasado, que sabemos, tienden a ser poco fieles a los hechos. Como está más que demostrado, los recuerdos son imparciales e incluso pueden no albergar ni un ingrediente de lo que sucedió. La elaboración y relación que tenemos de ellos, es por necesidad llevada a cabo por el yo presente. Aunque es cierto que “el niño es el padre del hombre”, por lo tanto, también considero que toda atribución que seamos capaces de hacer en el instante presente está necesariamente influida por el pasado, de no ser así, estaríamos negando el principio de causalidad, y con ello, la imposibilidad del desarrollo de cualquier ciencia o lógica, convirtiendo esta misma afirmación en un absurdo. Dejando de lado la reflexión y regresando a lo anterior, los autores redundan una y otra vez en la idea, esperemos que con fin de enfatizarla y no de atribuírsela como mérito particular y genuino. Más meritorio de reconocimiento me parece el empleo del grupo de investigadores del MRI (Mental Reserch Instintute de Palo Alto) de su constructo operativo fundamental, la “solución intentada”. Anuncia que en muchas ocasiones el ser humano incurre en falsas soluciones a sus problemas, las cuales se convierten en el verdadero problema, en una pauta estática de conducta que impide algo así como la autoactualización (entiéndase en sentido Rogeriano). Más adelante los autores incurren en una afirmación digna de mención que ilustra fabulosamente esto: “La mayoría de los problemas no derivan de las respuestas que nos damos sino de las preguntas que nos hacemos.” En otras palabras, son las preguntas las que evocan las respuestas. Por lo cual, distintas preguntas tienden a comportar distintas respuestas. Entonces y siguiendo esta lógica, en primera instancia hay que tratar de elaborar preguntas funcionales. Toman el imperativo estético de Heinz Von Forester: “Si quieres ver aprende a obrar”. Le dan la vuelta al procedimiento usual de otras psicoterapias que buscan antes la conciencia para producir el cambio, ellos creen que primero se obtiene el cambio y luego, como efecto final, llega también el cambio de la cognición, pero sólo después de que la patología haya sido bloqueada. Consideran que la forma de hacerlo en el contexto terapéutico es mediante las herramientas comunicativas, que comprenden como el principal vehículo de cambio en cuanto incluyen los sistemas de representación de la persona. De manera que el cliente construya, sin tener conciencia inmediata de ello, percepciones, acciones y cogniciones alternativas. Esta tecnología trabaja sobre la percepción del problema del paciente, sobre su relación emotiva con el terapeuta y sobre sus expectativas, sin que el paciente se sienta manipulado, porque es él quien guía y da las respuestas. Al mismo tiempo se cambian sus comportamientos , sus soluciones intentadas. Por lo tanto, se trabaja lo perceptivo, emotivo y conductual, de lo cual es resultante el cambio en la condición. La terapia deviene un proceso de descubrimiento que se lleva a cabo en pareja, por ello la catalogan como «diálogo». Paciente y terapeuta, a través de preguntas, respuestas y paráfrasis estratégicas, llegan en conjunto a conocer el problema en su funcionamiento y a cambiar su percepción.

Estructura y componentes del diálogo estratégico

La primera sesión no es diagnóstica o preliminar, porque desde el MRI consideran que se conoce cambiando, así que esta se convierte en una estratagema a través de la cual se vuelve al cliente activo respeto a su problema. Las preguntas que hacen no son abiertas, sino cerradas. Para ahorrar tiempo y rodeos improductivos e incluso contraproducentes. Mediante la experiencia en el campo han desarrollado formas específicas de terapia para las distintas patologías, que aplican como protocolos o secuencias de maniobras terapéuticas.

Preguntas con ilusión de alternativas

Merece la pena recurrir a la siguiente cita atribuida a Einstein: “Son nuestras teorías las que determinan nuestras observaciones”. De aquí se deduce el motivo por el cual es conveniente prestar rigurosa atención a las preguntas, pues estas determinarán las respuestas. A medida de que el terapeuta formula preguntas no ordinarias, va brindando las vías al paciente, las cuales le trasportan a nuevas respuestas, y con ello, nuevas perspectivas y cogniciones. La extraordinaria fuerza persuasiva de la pregunta radica en que es entendida por el paciente como una invitación a elaborar, en detrimento de la posibilidad de aparición de la impresión de la imposición de un nuevo pensar. Esta técnica que ya fue descrita por Milton Erickson, consiste en ir cuestionando al paciente con una secuencia de preguntas (que el paciente va respondiendo) ordenadas de lo general a lo particular, y estructurar cada una de ellas con dos posibilidades de repuesta. Dirigiendo esta danza hacia el objetivo de evidenciar que es el mismo paciente quien alimenta su problema mediante intentos disfunionales o patógenos de solución basados en percepciones erróneas. En el momento en que esto se consigue, el paciente se tiende a sentir embriagado por una experiencia emocional correctiva que no le deja más que cambiar sus anteriores guiones mentales y comportamientos. Ejemplo de esto sería: ¿Te contuviste o…propiamente no tenías ganas? ¿Es más la tendencia a evitar las situaciones o la tendencia a hacerse acompañar, buscar apoyo? ¿ Ha sido motivado por el miedo o por las ganas de emprender una nueva aventura?

Paráfrasis reestructurantes

Esta maniobra la lleva a cabo el terapeuta declamando el resultado del ensamblaje de dos o tres respuestas dadas por el paciente a las preguntas con ilusión de alternativas, con fin de formular una definición del problema que verifique la correcta compresión. Es imprescindible quitarse la capa de experto y mostrar humildad en este ejercicio. Por ejemplo, el terapeuta puede usar formulas similares a: “Corríjame si me equivoco, atendiéndonos a todo lo que usted ha afirmado, parece que…”. Tras este parafraseo se crea un clima de colaboración. El paciente tiende a sentirse respetado, no obligado, considerado, no descalificado, gracias a que la intervención del experto va dirigida a la confirmación de la valoración, en vez de a la sentencia. Además se tiende a acentuar en el paciente el sentimiento no solo de ser un agente activo del proceso, sino en la posición de primer artífice del proceso de búsqueda del propio problema. Al confirmar al terapeuta, lo percibe como un compañero de viaje al que supervisa para que no se equivoque en la dirección del recorrido. A la vez que esto sucede se elimina la resistencia al cambio, el paciente está haciendo suya la explicación del problema contenida en la paráfrasis.

Evocar sensaciones

Blaise Pascal escribía: “es preciso predisponer al corazón antes de convencer al intelecto”. Para ello, se pueden emplear para evocar sensaciones en el proceso persuasivo figuras retoricas y formas poéticas. Siempre y cuando estas no se alejen en demasía de los habituales sistemas de representación del paciente. Por ejemplo, podría no ser eficaz contarle a un ingeniero una historia zen, ya que se pudiera sentir tratado como un ignorante, mientras que podría ser que a esa misma persona le cautivara un  docto aforismo centroeuropeo. Considero que una de las mayores dificultades en el empleo de esta técnica radica en calibrar el ajuste de variables influyentes en la aplicación satisfactoria. Es decir, acertar el momento clave, el estilo idóneo y otros, que sean adecuados a nuestro interlocutor, además de la necesidad de que el terapeuta disponga del recurso necesario en el segundo preciso.

Resumir para definir

Una vez completado lo anterior, se debe proseguir resumiendo para enmarcar todo el proceso dialógico. Siguiendo una secuencia lógica elaborada con las respuestas del paciente y lo surgido durante las fases previas, dando como resultado una especie de hiperparáfrasis que contiene la síntesis del problema de la persona, su persistencia y sobretodo, las soluciones. Cual compendio de pequeñas metas que resultan la obtención de un gran objetivo. Resumir para definir está destinado a consolidar e incrementar todos los efectos inducidos anteriormente haciéndolos confluir hacia el cambio deseado.

Opinión y crítica

Me parece positivo, además de coherente con la epistemología constructivista, fomentar en el paciente el sentimiento, no solo de ser un agente activo del proceso, sino también en la posición de primer artífice del proceso de búsqueda del propio problema. Considero que la propuesta forma de convencer puede ser eficaz, es decir, el trazar el camino para que «la persona se convenza a sí misma». Las personas tendemos a pensar “bastante bien”, pero siempre desde nuestra óptica. La cuestión, no suele ser tanto el que cometamos errores lógicos, sino el que desde la lógica de la óptica en la que nos encontramos, llegamos a resultados funcionales. Por ello, podría ser un modo de actuación adecuado el presentar ópticas y ponerlas en la montura más atractiva, para de esta manera, otorgar la posibilidad al cliente de probársela. Al asumir en presencia del cliente que él no se encuentra en un error, sino que la lectura que hace desde su lado es totalmente correcta, no incurrimos en la descalificación, y con ello, permitimos que la persona no se cierre al cambio, argumentando que no estaba equivocado, solo que como todo humano no dispone de la totalidad de las múltiples perspectivas posibles. Diría que esto es lo más loable de este enfoque; lo menos: la forma de venderlo. Da la sensación que lo venden como si fuera algo fácil, sin esfuerzo, rápido, apto para todos y para todo. Para que cualquier cosa se conciba como válida, no considero que requiera de estos atributos, los cuales parecen más bien propios de anuncios de “productos milagro”, tan frecuentes en la sociedad de consumo. Considero preciso rechazar, además de a gurús, a dichos productos, o al menos, tomarse un tiempos para separar el trigo de la paja. Podría extenderme en las consideración del porqué de esta afirmación, pero en estos días que vuelan esta crítica ya es vieja, mas alternativas están encima de la mesa. Pero tiende a faltarnos conciencia y valor para asumir la crudeza de que la magia no existe. Creo que deberíamos dar la espalda a prestidigitadores que nos seducen con el encanto de lo fácil, con fin de vaciar nuestros bolsillos presentándose como vendedores de sueños, a fin de realizar los suyos. Al que anda falto de pensamiento crítico, basta para persuade el dibujo de lo apetecible -podría ser el cielo-. La única alternativa al abuso pasa por no tomar por cierta las formulaciones carentes de respaldo, sin datos ni argumentaciones solidas. Permanecer siempre alerta, en busca de grietas en lo que consideramos cierto, en busca de una refutación,y así, de su superación.

Consideraciones finales

Encuentro más que prescindible la parte del libro a la que llaman digresión histórica, por su ligereza y falta de rigor. Que por cierto, nos informa una nota al pié que el capítulo lo redacta Simona De Antoniis, la cual no es mencionada en ninguna otra parte de la obra y colabora en aproximadamente una cuarta parte de la misma. Por otro lado, si me hubiera dedicado a tamizar y transcribir los excesivos elogios que los autores dedican a su técnica, o más bien diría a la venta de su producto, habría desbordado las páginas de este trabajo. Si pudiera les diría a los autores que la calidad, en el campo del conocimiento, no requiere ser vendida, pues vende por sí misma. Y cuando el discurso se reviste de tal cantidad de «auto-elogíos», se deduce que es para enmendar  una carencia, o -siendo menos generosos- propósito de engaño. Respaldando lo anterior, que no quede por mencionar que en la bibliografía de la obra constan 69 títulos en total, escritos por 56 autores distintos. No hay más de una obra de un mismo autor, exceptuando las de Nardone y las de Watzlawick. A él mismo se cita 10 veces y a su colega (con el que es coautor de varias obras) 3 veces. Estos detalles me dificultan el pensar que esto no se justifique por afán de ventas. Como es sabido, Milton Erickson no publicó casi nada. Surgieron varios autores -Watzlawick,Bandler, Grinder…-  que trataron de recoger y sistematizar su proceder. En estos diversos focos, que recogieron el trabajo de Erickson, es frecuente encontrar lo que Nardone llama pregunta con ilusión de alternativas, pero con otros nombres. Diría que lo que me parece más interesante de dialogo estratégico es precisamente esto, la pregunta con ilusión de alternativas. Pero es evidente que no es un aporte, sino que ya se encuentra en muchos otros trabajos de autores anteriores. Siendo claro, no es más que una falacia bien conocida y catalogada. Algunas de las de las aseveraciones contenidas en este escrito pueden sonar radicales para algunos. Entiendo que para evitar que el lector no caiga en la tentación de cercenarlas de inmediato, podría considerar que se requiera de otro tipo de exposición. Pero en definitiva, salvo algunas ideas expuestas en el libro que sí son interesante, además de representativas de esta escuela,  no recomendaría la lectura de este libro a otros que no fueran los ya comulgantes. Pues trata solo una técnica que puede ser explicada de forma breve, y en todo caso, el libro está de más.